Bekhmirin, mejor que bien, un viaje al alto atlas.
A dos horas de Madrid, en avión, se encuentra Ourzazate, nuestro encuentro con Marruecos y primera etapa para llegar al centro del Alto Atlas.
Se alquila un coche para nuestro viaje o mejor dicho expedición, que junto al de Piti, un malagueño retirado que lleva su Toyota 4X4, y el de Rafa, también un panda 4X4, Presidente de la ONG “Pasos Cooperación” y medico jubilado residente en Ait Ouglif, a 130 kms de Ourzazate.
En total somos 11: dos enfermeras (Carmen y Ana), una bióloga (Mila) que vienen de Asturias, nuestro simpático malagueño, Piti, Rafa, y 3 traductores de bereber o tamazigh, Hassan, Bassou y Mustafa, y nosotros 3 de la Fundación Europamundo, Sara, Luz y yo, Justo.
Llegamos a la casa de Rafa por la tarde después de circular por carreteras estrechas, pero de asfalto, una localidad en el valle del Dadés a los pies de la montaña “los dedos de Mahoma”.
Dado que somos muchos, nosotros nos alojamos en el hotel La Vallée des Figues, un hotel rural cómodo y que nos permite comenzar a probar la gastronomía marroquí, el Tajín un plato con cuscus, verdura y carne de pollo y ternera.
Al día siguiente ya estamos listos para un día de contrastes para llegar a Agoudim, un pueblo a 2.020 metros de altitud, nuestra base, después de recorrer 270 kms en 10 horas entre carreteras pequeñas de asfalto y pistas de tierra, entre valles y montañas, desfiladeros llegando a altitudes de 3.000 metros. Un viaje nada fácil pero que con lluvia o nieve se hace intransitable.
A mitad de camino paramos en un pequeño restaurante perdido entre pistas a comer una tortilla bereber, y nuestro amigo Piti saca unas cervezas de su nevera que nos vienen bien, y la hospitalidad bereber que después de tomar un té se ponen a cantar y tocar sus tambores, y Rafa los acompaña después de 10 años viviendo en Marruecos ya es casi uno de ellos.
Pasamos por pueblos llenos de niños y niñas y que los occidentales hemos acostumbrado a hacerles pedir, sueltan su letanía “stylocadeauxbombondirham”.
Por fin llegamos al albergue de Agoudim donde vamos a pasar 3 días intensos, un albergue sin comodidades y adaptado a la situación de la zona, pero con una cocinera espléndida.
El primer día toca reparto para unos y organización de taller para otros, con visita a las autoridades locales, a la doctora y enfermera del centro de salud. Aunque parezca raro a nuestros ojos, para el taller, se ha tenido que pedir permiso a la máxima estancia, a la ministra de sanidad.
Por suerte Luz, Sara y yo nos vamos juntos en un coche al reparto de 8 pueblos, en 2 valles con dos coches el de Piti y el alquilado, un duster acostumbrado a zonas duras.
El periplo de la visita a los 8 pueblos a una altitud en algunos casos de más de 2.000 metros, entre pistas de tierra cruzando arroyos que por suerte en estos días no llevan demasiado agua. Son pueblos pobres, de adobe y tapial y economías de subsistencia, ganado y algo de agricultura y remesas de los familiares que están en Europa.
Los locales son gente humilde, sin estudios y pensamos que sus hijos no llegan a escolarizarse, pero en común está su amabilidad, su sonrisa ofreciéndonos té, pastas, miel que es cara, frutos secos y su mantequilla. Al final del recuento hemos tomado 5 tazas de té y nos hemos hartado de comer.
El trabajo que hacemos es sencillo, aunque debe ser meticuloso, revisar el kit de emergencia que cada voluntario sanitario del pueblo tiene en su casa, y reponerlo. Y hablar con ellos de lo que ha pasado a lo largo de los últimos 6 meses y las incidencias que hayan podido tener. Terminamos después de estar toda la mañana de reparto y Piti, gran conocedor de la zona, nos lleva unas pozas de agua termal.
Cuando llegamos había alguna que otra mujer que enseguida se van, y 3 chicos jóvenes. Nos metemos en las pozas nosotros 5, con Mila, que iba con Piti, y Mustafa nuestro traductor no le apetece, está mejor charlando con sus paisanos. A los 5 minutos de estar en las pozas se llenan de chicos, como si tuvieran un detector de mujer occidental y joven.
Después de tanto ajetreo una comida en el campo aprovechando la nevera de Piti, sus cervecitas, y sus embutidos que todos agradecemos, para Mustafa chorizo de pavo, aunque no prueba la cerveza porque lo ha dejado.
Terminamos el día pasando, camino de Agoudim, por un bosque de cedros impresionantes y unas vistas del atlas majestuosas. Pero paramos a encargar 100 panes a 2 dirham la unidad para el taller. Según dicen, Marruecos es el país del mundo donde se consume más pan, barato y alimenta.
El día siguiente es el fuerte, el taller con 12 voluntarios y acompañantes de 7 pueblos y que en total nos vamos a reunir unas 40 personas.
El taller que se hace en 2 grupos que se inicia con nuestras 2 compañeras enfermeras, primero Ana, ex olímpica de 800 y 1.500 metros en Atlanta y especialista en fracturas y Carmen especialista en golpes y hemorragias. El taller que se hace con traducción simultánea castellano/bereber cuenta con Mustafa, Bassou y Hassan por los posibles dialectos de berebere que existen.
Nosotros participamos en uno de estos talleres, muy interesantes en el que los locales nos enseñan algunos métodos que tienen de curar alguna urgencia y que nuestras compañeras enfermeras toman nota.
Terminado la primera parte del taller toca relajarse con la comida, música y baile, todo el mundo está relajado, sonriente y toca la parte final del día, la llegada de la enfermera de la localidad, ya que la doctora al final no ha tomado interés en ir.
Para los voluntarios la reunión es importante para intentar demandar necesidades que tienen, aunque una enfermera no puede hacer nada, y eso curioso no habla bereber sino árabe con lo que la comunicación es más complicada.
A todos nosotros nos han buscado pareja, no les importa tener más de una mujer. Ya se van los voluntarios y yo acompaño por casualidad a Fátima, la pareja que me han asignado, hasta Tounfite la población grande, de unos 5.000 habitantes de la zona.
Terminamos nuestra estancia con el segundo día de reparto parada en 7 pueblos, 12 voluntarios, pero esta vez vamos los 3 coches haciendo cada uno de nosotros 2 o 3 pueblos. Estos pueblos son más complicados, inaccesibles de octubre a abril, pistas de tierra estrechas, cruces de arroyos y mirando al cielo que la tormenta que se aproxima puede impedirnos volver.
Mis compañeros terminaron a las 2 de la tarde, y se pusieron en camino con destino Medelt, el desierto y unos días de turismo. Sara y yo, el traductor y Rafa terminamos a las 5 porque Rafa adaptado a la vida marroquí iba muy relajado y disfrutando de cada momento, además de que algún caso los voluntarios están en sus casas de la montaña y teníamos que ir haciendo treking hasta ellas.
Fueron 3 días intensos en los que visitamos y participaron 23 pueblos de la zona con 33 voluntarios y un total de 7 valles, y que Sara, Luz y yo disfrutamos y sentimos amabilidad, compañerismo, solidaridad, ternura y conocimos un Marruecos diferente, pobre, humilde y anclado en el pasado, aunque muchos tenían su móvil o televisión con antena parabólica. Un viaje sencillo y barato.
El camino siguió hacia Merzouga, el Khorbat y la casa que construimos y algunas aventuras como atasco en una duna o una tormenta del desierto que nos hizo perdernos, pero eso es otra historia.
Algunas palabras aprendidas del bereber:
“labas”: que tal estás.
“bigair”: bien.
“saha”: gracias
“aman ikerman”: agua fría.
“Bekhmirin”, mejor que bien.